9 July 2007

Gallardón y las visitadoras

Y yo pensé que la represión era cosa de colectivistas como Rahola. Pues no, Alberto Ruiz Gallardón alias "Memoloamimismo" ha emprendido la campaña contra el sexo por dinero como Al Gore la del cambio climático. Con entusiasmo mesiánico.

Por un lado, el cierre de la Casa de Campo al tráfico rodado. Por lo visto, algunas prostitutas se han acercado a la zona de restaurantes ante el asombro estúpido de algunos. A lo mejor pensaban que antes se ofrecían en lugares alejados porque les daba corte.

Otras se han trasladado a Montera, a la Colonia Mercurio... ¡y a donde puedan! Los servicios sexuales con ánimo de lucro no desaparecen, se trasladan. Ya están molestos los vecinos de la Colonia Mercurio y los dueños de los restaurantes. Que si dan mala nota, que si el parque está lleno de "residuos" y no pueden bajar los niños. ¡Pues claro! En la Casa de Campo no molestaban a niños y restauradores... Pero Gallardón es así.

La otra medida inteligente que ha tomado nuestro grandioso alcalde dispuesto a moralizar Madrid a golpe de prohibición es la propuesta (que está estudiando) de quitarle la licencia a los sex-shops.
¿De quién es la idea original? De Giuliani, ni más ni menos, el ex-alcalde de Nueva York... Ya decía yo que ese estilo me sonaba de algo.

Eugenia Rico contaba en El Mundo:

A una buena amiga el ginecólogo la mando a un sex shop para comprar unos dilatadores que le ayudasen a reparar los daños causados por el parto. Ella se extrañó que tales cosas no se vendiesen en farmacia, los sex shops tienen utilidades sociales insospechadas.

Pues lo mismo que las prostitutas...

10 comments:

J.J.Mercado said...

Es que las putas también parecen tontas. Si en lugar de ofrecer un servicio a cambio de un precio directamente atracaran a los señores por las calles y los violaran con la excusa de hacerles un favor que su cara va pidiendo a gritos, las harían ministras a todas.
Por cierto, Fernán Gómez siempre decia que ellas, las señoritas putas como él decía, cobraban demasiado poco para lo mucho que daban. Benditas sean.

Mary White said...

y seguro que sabía lo que decía, Fernán Gómez. ;)

Daniel Rodri­guez said...

A todo esto, ¿qué es eso de la Colonia Mercurio? No me suena, aunque claro, mi ignorancia sobre la geografía de los madriles es astronómica.

Stewie Griffin said...

¿Y este es el alcalde supuestamente "progresista" del PP?.

Seguro que cuando prohíba los sexshops se dedica al contrabando de imitaciones de los nabos de plástico que se introduce por el ano.

¡Viva el centrismo guay! ¡Viva el “punto final” sobre el 11M!.

P.D. Todo mi apoyo a las heroínas de la libertad que se han visto acosadas en su labor empresarial por la opresión de la progresía gallardonista.

Mary White said...

Daniel, la Colonia Mercurio es una zona residencial del barrio de Villaverde.

Stewie... ignoraba esas costumbres de nuestro alcalde. ¡Cómo me gusta compartir erudición! ;)

Anonymous said...

"los nabos de plástico que se introduce por el ano"

Supongo que lo que le parece mal es el contrabando y no esta costumbre, que puede ser muy placentera: hay muchos testimonios de que, a pesar de lo ingrato del aprendizaje, se termina por reconocer sus virtudes reiterándose en su práctica.

Es por si se insinúa que lo desviado es practicar tanto o más como prohibir y contrabandear.

Stewie Griffin said...

A mi el contrabando no me parece algo malo, es más me parece algo bueno siempre y cuando quien lo realiza no sea amigo del que prohibió comerciar con el bien en cuestión (que también puede ser). Por ejemplo el tema de la prohibición de la cocaína para favorecer a algún empresario del sector y acabar con la competencia por medio de la violencia estatal (y luego vender lo bien que lo han hecho “nuestros chicos” salvándonos de nosotros mismos). Como ocurre seguro en Sudamérica (y muchos nos tememos que también aquí). No se porque pero en mi tierra siempre cogen a la gente en masa justo antes de las elecciones, extraña coincidencia.

En cuanto a lo del “nabo de plástico” solo era una forma de meterme con el tirano del alcalde, por supuesto que respeto lo que haga cada uno con su culo (incluido los centrocuentistas prohibicionistas).

Yo por mi parte hay “placeres” que prefiero no llegar a conocer nunca ;-)

Anonymous said...

Es la Colonia Marconi, no Mercurio

Mary White said...

Anónimo, gracias... un desliz. Es la colonia Marconi.

Anonymous said...

Sólo un apunte, Mary:

En la Casa de Campo también molestaban las prostitutas. Yo he vivido en los aledaños de la Casa de Campo muchos años (hasta que me casé) y allí vive aún mi madre. Mi padre (q.e.p.d.) llevó algunas veces a mi hijo a pasear por la Casa de Campo y hubo de volverse azorado ante el espectáculo de una prostituta lavándose la herramienta de trabajo en una fuente pública, a vista y paciencia del personal.

El problema no es sencillo, aunque seguramente se ajustaría por sí solo si:

- La prostitución y el proxenetismo fueran actividades perfectamente legales. Los abogados, consultores y economistas no tenemos que ejercer en la Casa de Campo ni en la Colonia Marconi, clandestinamente y a la intemperie, porque nuestra actividad es legal y podemos alquilar despachos, incluso colgarles un letrero de bronce en la puerta.

- La Casa de Campo fuera un parque de gestión privada. En ese caso, al dueño (o concesionario) correspondería decidir si desea dar cobijo a las peripatéticas o no.