26 October 2009

Banana République


El caso: el "affaire" Jean Sarkozy. El hijo del presidente de la República francesa fue nombrado gestor del EPAD, la sociedad que administra La Défense, el distrito financiero más próspero de la Unión Europea, a las afueras de París. Algunos datos: tiene 2.500 sedes de grandes grupos, como Total o Société Génerale, además de 150 mil empleados y 3 millones de metros cuadrados de oficinas. Ahí es nada para un estudiante de 2º de Derecho, que a sus 23 años milita activamente en el partido del padre y con éxito, por cierto.
Las críticas de nepotismo por la derecha, por la izquierda, desde dentro y desde fuera, no se hicieron esperar.

Pero eso no fue todo: a la gente no le ha hecho ninguna gracia y han forzado la renuncia de Jean, quien finalmente ha preferido optar un puesto en el consejo de administración, compitiendo con una candidata del partido socialista, a quien ha ganado, todo sea dicho, limpiamente.

Lo genial es cómo ha conseguido la sociedad francesa que el joven Sarkozy tome esa decisión. Un grupo de ciudadanos decidió crear un "hilo" en Twitter #bananarepublique (hay otros como #jeansarkozypartout) y un blog www.bananarepublique.org, en donde canalizar la indignación popular. Su comunicado de prensa lo dice todo (traduzco por mi cuenta):

#BananaRépublique vous propose de "célébrer" dignement l'entrée de notre pays dans la farandole des régimes bananiers; ces pays où les dauphins succèdent au père, où la naissance et le pouvoir de l'argent font tout...
(#BananaRépublique os propone "celebrar" dignamente la entrada de nuestro país en la farándula de los regímenes bananeros; esos países en los que los delfines suceden al padre, en los que el nacimiento y el poder del dinero lo son todo...).

Así que propusieron un juego: del 19 al 23 de octubre cada cual compraría un plátano, le dibujaría una bandera francesa, se fotografiaría y mandaría la postal al sitio web. Ese plátano "mágico" sería como un teléfono conectado misteriosamente con el Elíseo (sede del papá de Jean), a través del cual cada portador de la banana presentaría su candidatura como presidente del EPAD. Algunos, incluso se ofrecieron para ser adoptados por Sarkozy (padre) dados los puestazos que consigue a sus retoños.
Además, convocaron una ciber-quedada en diferentes lugares de Francia, pero en especial en La Défense, distrito en conflicto, para el día 22 de octubre.

La cosa tuvo tal éxito que salieron en la prensa nacional e internacional (Times Online, BBC, France 2...) , y hoy, 26 de octubre, los de la idea (Olivier Auber, Jérôme Bourreau Guggenheim y Gilles Misrahi) han publicado un breve comunicado agradeciendo a la peña la imaginación y el esfuerzo.

Y ahí está el joven Jean, vencido por una banana y una sociedad civil, y con su orgullo impoluto trás haber ganado a la socialista Nadine García por el doble de votos, y sigue afirmando que su pasión es el servicio público. Lo va a demostrar como miembro del Consejo de Administración de una sociedad que gestiona 100 millones de euros.

Yo estoy por comprarme una banana para usarla como teléfono, a ver si consigo un puesto en el ayuntamiento de Barcelona, o el alquiler de un chalet en La Florida de Madrid, reformado, por solamente 300 euros, un puesto en el Consejo internacional de Telefónica, o la dirección del Área Social de la Fundación La Caixa, que creo que se ha quedado vacante por traslado a Washington...

Como dicen ellos... NOUS AVOS LA BANANE!!!!

21 October 2009

Adolescer y guardar la ropa


Tecleo concentrada en mis cosas, pero una conversación me distrae:
Alumno a Tutor: "He pensado ir a un psicólogo, no me apetece ir a clase, ni me gusta estudiar".
Tutor: "A mí me pasa también, pero tengo que pagar facturas".

La charla fue más larga, pero la esencia eran esas dos líneas. Por supuesto, en ningún momento el tutor fue desconsiderado, pero después de un rato escuchando a un joven de 19 años explicar que no le gusta estudiar en general, ni económicas, ni empresariales ni nada, que no quiere ir a clase, que no quiere trabajar... y trás una minuciosa explicación de lo que le cuesta cada crédito (traducido en horas lectivas) de universidad privada a su padre, más el colegio mayor, más otros gastos... el tutor tuvo un "desliz" y le mostró la cruda realidad: existe el esfuerzo. Y se llama así porque cuesta trabajo.

Dejé de teclear y después de una sonrisa y de la mirada cómplice entre compañeros que se enfrentan a los mismo toros, me quedé pensando que ese chico es un reflejo de su tiempo, es decir, del mío, y de la sociedad en la que me muevo. Los adolescentes queremos una autoridad que nos diga qué-cómo-de qué manera contestar el examen para no tener que pensar y aprender realmente, queremos todo hecho y lo queremos ya. Queremos salir hasta las siete de la mañana, que no nos despierten, que nos recarguen el móvil, que nos compren la ropa de última tendencia, que nos paguen la universidad, viajar por Europa... y los que lo tenemos más difícil porque no hay pelas ($) en casa y pensamos que esa vida es la de los pijos burgueses, en realidad lo que queremos es ser ellos, y teñimos nuestra frivolidad de pacifismo, feminismo o de otros tópicos para diferenciarnos. Pero todo es igualmente superficial.

La sociedad funciona también con esos esquemas. El largo plazo lo dejamos para otros, para los soñadores, para los utópicos (pobres desgraciados que nunca llegarán a nada). Y nosotros reclamamos nuestra subvención: por ser joven, viejo, mujer, homosexual, discapacitado, vegetariano, calvo, gordo o por tener un nombre corriente, como María; un puesto de trabajo asegurado donde no haya que partirse mucho el espinazo (recordemos los porcentajes de absentismo laboral en España...); una casa con piscina, garage, dos ambientes y parque para los niños; un coche, uno bueno, no cualquiera, por supuesto; que nos saquen de la crisis, en brazos, a ser posible. Y cuando no tenemos acceso a todas las prebendas de los privilegiados de turno, también disfrazamos nuestra inmadurez de tópicos o progresistas o conservadores para diferenciarnos. Pero todo es igualmente socialista.

Luisa Marugán, en un artículo sobre adolescencia y violencia en la revista Diván el Terrible, cita a David Le Breton cuando afirma La libertad es un valor para aquel que posee los medios simbólicos para usarla, en caso contrario, genera miedo.

Esa frase explica la brutal demanda de intervención en nuestra sociedad occidental y la reflexión desesperada de quienes de verdad quieren más libertad ("¡Es que parece que la gente no quiere tener que elegir!"). La libertad asusta, y asusta en especial cuando no se dispone de los medios simbólicos para usarla, cuando no tenemos criterios y valores que nos guíen en el uso de la libertad. De ahí que una señora en la radio explique que no puede decirle a su hija de 15 años que no se acueste con su novio de 25 porque "como es legal, no le puedo decir nada". Y con ese razonamiento proliferan leyes que rigen la moral (o lo intentan).

Como dice Luisa Marugán: Si socialmente “todo vale”, resulta complicado contar con referentes simbólicos que permitan diferenciar autoridad de autoritarismo, trayendo como consecuencia la caída de la representación de la Ley (¡gran paradoja!) y dejándolo librado a la inseguridad, a la incertidumbre, a la falta de límites que lo contengan….

Y ahí estamos, como adolescentes que no están seguros de lo que son, tratando de mantenerse a flote en el mar de la incertidumbre, y guardando la ropa de Ubre Máxima estatal.


17 October 2009

¿De dónde lo he sacado?


"Concebimos a XXXXXX (nombre del país) en lo económico como un gigantesco sindicato de productores".

"Defendemos la tendencia a la nacionalización del servicio de banca y, mediante las corporaciones, a la de los grandes servicios públicos".

"El Estado podrá expropiar sin indemnización las tierras cuya propiedad haya sido adquirida o disfrutada ilegítimamente".

"A la realización de esta tarea [el fortalecimiento de la nación] habrán de plegarse inexorablemente los intereses de los individuos, de los grupos y de las clases".

"Repudiamos el sistema capitalista, que se desentiende de las necesidades populares, deshumaniza la propiedad privada y aglomera a los trabajadores en masas informes, propicias a la miseria y a la desesperación".

7 October 2009

Males menores, males mayores


Desde hace un tiempo anda alterado el país con los menores. Parece que, de sopetón, nuestros niños han sido abducidos por el mal y han cambiado los juegos por asaltos a comisarías, violaciones, violencia en las aulas, consumo de drogas y todo tipo de barbaridades.

Hablar de la delincuencia en menores o en mayores es problemático porque se asume una distinción artificial: mayor/menor. Uno es mayor que alguien o menor que alguien, pero mayor o menor en términos absolutos cuando se trata de determinadas edades es una barrera difícil de definir. Y si, además, esa frontera tiene consecuencias a efectos legales y sirve para prohibir o permitir comportamientos, consumos, o entradas en locales, la cosa pasa de castaño a oscuro.

Me resulta más cómodo hablar de la infancia. Me parece que es un término más claro. Todo el mundo sabe que una persona de 18 años no es un niño, pero una de 12 sí que lo es. ¿Y una de 16? Pues más o menos. El adolescente está en tránsito. Que los adolescentes transgredan, liguen, se rebelen, o crean que el mundo no les entienden y que ellos han inventado la pólvora es lo normal. El problema actual no es ya que la adolescencia patria está sacando los pies del tiesto más de lo habitual... es que los niños también.

Una señora desesperada llama a la radio para contar su drama: su niña de 14 años se ha enamorado de un chico de 18 que a ella no le gusta, pero no puede prohibirle que salga con él porque la ley permite las relaciones sexuales entre "menores" de 14 sin que sea delito. Y ¿qué va a hacer ella? La niña le dice a la madre "No estoy haciendo nada ilegal, no me lo puedes prohibir, si no te gustan mis amigos, a mí tampoco me gustan los tuyos" y la madre se siente impotente.

Un director de cine muy famoso huyó de la justicia en su día, acusado de haber drogado y violado a una niña de 13 años. Ahora, después de tanto tiempo, a la víctima le da lo mismo y anima a las autoridades a que le dejen en paz para que pueda asistir a los festivales de cine, que la gente siga aplaudiendo su obra, y que no pase nada... total, después de tanto tiempo...

Cada vez más menores agreden y abusan de chicos, chicas, mayores o menores, a sabiendas de que su condición de "menor de edad" les permite irse de rositas en muchas ocasiones.

Y nosotros, los "mayores" nos rasgamos las vestiduras. ¿Alguien se ha parado a pensar de dónde han aprendido? Los "mayores" damos un ejemplo nefasto cuando permanentemente actuamos en contra de la moral, en contra de la ética más elemental, pero no pasa nada porque es legal. Los valores cuando se someten a la ley pierden la función que realmente tienen. Los valores están por encima de la ley, por eso no deben ser regulados por ella, sino aprendidos a través del ejemplo y la convivencia. Incluso si los padres dejan que desear, un niño convive con compañeros, maestros, con una sociedad que le enseña qué tiene importancia, qué se penaliza o no, no mediante leyes, sino mediante el vacío, o el desprecio.

Y nos encontramos con resultados abominables que, por otro lado, explican el comportamiento de nuestra infancia. Un tipo es considerado "sospechoso" si no tiene trabajo aún cuando la razón es que no ha renunciado a sus principios a cambio de un puesto de trabajo. Y la gente que entra en su blog, cuando lee lo que dice y cómo lo dice, tranquiliza su conciencia, dándose codazos los unos a los otros murmurando (deporte nacional donde los haya): "Es un tío raro... no trabaja".
Un político si no comete un acto ilegal, aunque su comportamiento sea de lo más patán y miserable, sale por la puerta grande, se le hace una cena de desagravio, y encima hasta le viene bien el episodio porque hacerse la víctima vende mucho, y da mucha penita.
Los electores acuden a las urnas y muestran su dedo acusador a los abstencionistas, a quienes acusan de malos ciudadanos, sabiendo que el 95% de los nombres escritos en la papeleta que acaba de introducir en la urna son personas que llevan los tres meses de campaña y los dos años de precampaña mintiendo descaradamente, prometiendo lo que no es posible, vendiendo a su clientela favores y cargos, y regalando los oídos de unos y otros. Los votantes lo saben. Saben que todas esas subvenciones y cargos se pagan con el esfuerzo de todos... y que no solamente comprometen su renta de "ciudadanos ejemplares que van a votar", sino que comprometen la de los ciudadanos no votantes, y de los futuros ciudadanos, en la medida en que el político de turno suba la deuda con más o menos escrúpulos.
Pero, eso sí, duermen como bebés, porque se dicen a sí mismos que han hecho "algo" por cambiar la situación.

Y esos políticos, médicos, profesionales, padres y madres "de bien", que son incapaces de plantear un debate serio sobre la legalización de las drogas, que acusan de vandalismo, alcoholismo y demás a los críos (acusación cierta, porque es verdad que consumen de todo) y se rasgan las vestiduras... resulta que son los mayores consumidores. A nadie se le escapa que cada cierto tiempo, de nuevo, se publican informes que muestran que en los cuartos de baño del Congreso y del Senado hay restos de cocaína. Y podemos seguir con el robo, con la hipocresía respecto al sexo y con todo lo demás.
Los mayores no somos un ejemplo de vida saludable, de comportamiento coherente, de compromiso con los principios de cada cual. No podemos esperar que en los niños brote algo que no hemos sembrado. Ese es el mayor mal de los menores.