14 January 2008

Mentira pública, mentira privada


Estamos en rebajas electorales. Se venden por votos ayudas, subvenciones, recortes en los impuestos, y todo tipo de muñecas chochonas de feria de mala calidad a precio de saldo. Y algunos (Aquiles, Elentir y tal vez muchos más) se plantean si votar, o simplemente a quién votar.

Uno de los argumentos que los políticos se lanzan unos contra otros es la mentira. La mentira política. Usted mintió al decir que era probable que fuera la ETA, usted mintió cuando dijo que el presidente no estaba en contacto con los terroristas...

¿Un político que miente en su trabajo, o que oculta información, o que maquilla la realidad por motivos políticos puede ser honesto en su vida real?¿Cómo saben su mujer o sus amigos que a ellos no les miente?¿Quien miente en lo pequeño miente en lo grande? ¿El comportamiento de los políticos en lo privado es relevante en su actividad pública y viceversa? Se me ocurre un ejemplo muy a mano.

Toda la prensa francesa, la española, y hasta el Daily Mail, no habla de otra cosa que del idilio Sarkozy-Bruni. La publicación de un libro en un momento más que oportuno en el que la ex tacha de mujeriego y rácano a super-Sarko no hace sino echar más leña a un fuego amarillista. Si Carla va a pooner un estudio de grabación en el Eliseo, si las dos madres se llevan a matar, se han republicado los desnudos (preciosos) de la Bruni en internet, se han aireado de nuevo sus variopintos romances, se ha sugerido que es ninfómana... Muchos justifican la intromisión en la vida privada de los políticos basándose en que no tienen vida privada, por definición y, en el caso del galo, en que él ha paseado a la bella Carla con su churumbel de aquí para allá al poco de divorciarse. Para mí que hay intereses económicos por medio, y mucha envidia también (pero mucha).

Quienes censuran los actos privados de Nicolas y los colocan por encima de las decisiones como presidente (a veces tratando de afearlas) parecen preferir esa doble moral hipócrita de la apariencia que esconde un submundo de inmoralidades encubiertas. Ya sé que la mujer del César ha de ser honesta y parecerlo, pero ¿basta con parecerlo?

En ambos casos (la sinceridad en el ámbito público y en el privado), lo que más me llama la atención es la manifiesta disonancia cognitiva, fenómeno psicológico descrito por Leon Festinger que consiste en la incomodidad de mantener dos proposiciones contradictorias al tiempo (o la falta de armonía entre nuestras ideas y nuestros actos) y que conduce a la justificación como recurso que ponga en orden esa discrepancia y elimine la incomodidad.

En el terreno político, además, es el nexo de unión de la vida privada y de la pública. Si usted es pro-Sarkozy tratará de minimizar los desórdenes de su vida privada y al revés, si es su adversario tratará usted de destacarlos y minimizar las cosas que haga bien. Lo que me lleva a replantearme la pregunta del tercer párrafo.

¿Un mentiroso político es un hombre mentiroso en la intimidad? Respuesta: da lo mismo. Creo que no todos los seres humanos quieren saber la verdad. La vida es más tranquila sin saber que te engañan. De ahí que una de las formas de supervivencia sea el autoengaño, tanto en la vida privada como en la política.

Y sobre esa base hay que analizar qué ofrece cada político. Es decir, descuenten ustedes la dosis de mentira que determinados súbditos necesitan y asumen fácilmente gracias al autoengaño y ahí pongan el contador a cero.

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