28 November 2007

Sexo en las aulas

Hoy más que nunca me gustaría tener doce o trece años. Es una edad terrible, lo sé... pero me encantaría tener el placer de encararme con un libro de Educación para la Ciudadanía en las aulas. En concreto éste que leo hoy, el de Pablo Navarro Sustaeta y Capitolina Díaz Martínez para ANAYA. Es uno de estos libros con "método": se abre la unidad con un texto en el que unos chavalines hablan sobre igualdad, racismo o lo que toque. Además de contenidos, imágenes, informes y el material del CD-ROM hay una parte denominada "Desarrolla tus competencias". En ella se recapitula, se retoma el tema, se plantea al estudiante el tema y se le pide un compromiso al respecto.

Unidad 2, Las personas a las que queremos, página27, "A qué voy a comprometerme", apartado 3:

Por lo que respecta a tu actitud hacia el amor y la sexualidad: Examina los motivos que pueden llevar a una persona a sentirse atraída por otra e impulsar a ambas a iniciar una relación amorosa. Anota todos esos factores y comprométete a tenerlo en cuenta si te sientes atraído por alguien, yendo más allá de su aspecto físico.

Doce o trece años... comprométete a ir más allá del aspecto físico... y se evalúa ¿eh?, se pone nota acerca del tema...
¿Qué van a hacer los rebeldes de la clase? o por decirlo en términos EpC... ¿cómo responderán los rebeldes y las rebeldes con las hormonas disparadas?
En una sociedad en la que la virginidad se pierde entre los 16 y los 17 según los informes me parece un teatro absurdo.
La repera... ojalá me hubiera pillado a mí... se iban a enterar.

9 comments:

Jorge Castrillejo said...

Ahora el uniforme y a cantar loas al lider mesianico, Simplemente Z.

Mr. Hyde said...

Los pedagogos progres (los nuevos curas) tienen tal obsesión por modelar a los infantes que no se dan cuenta de lo ridículo de sus textos. Se mueven entre lo rematadamente cursi y lo grotesco.

Saludos.

Anonymous said...

Yo creo recordar que a los 12 años, despertando del periodo de latencia, sólo concebía el amor ultra-romántico, que se basaba fundamentalmente en la (supuesta) belleza de la afortunada y mi indigestión de novelas. No se usaba la palabra "relación" ni en mi casa ni en la tele; y hubiera resultado algo ridículo ponerme a hacer una lista de preferencias, dado que no tenía muchas oportunidades para llevarla a la práctica, la verdad. Bueno, he exagerado: no tenía ninguna oportunidad. Y por cierto, este compromiso cómo funciona? Se renueva anualmente, actualizando los criterios el uno de enero? O se hace una lista a los 12 años y ya vale para siempre?

Anonymous said...

Lo que hubiera disfrutado yo en una clase de esas... No hay nada que desole más a un progre que el hecho de que le desmontes en público sus argumentos.

Pablo Otero said...

Llevamos tres meses de curso académico y me entero ahora de que esa asignatura puntúa. Estaba en contra antes, ahora lo estoy más. ¿Por qué religión no es evaluables y EpC sí? ¿Por qué no informan a la gente bien de las cosas? En cuanto la ley se aplique en Galicia y mi sobrino crezca, nos exiliamos. O me compro un rifle. =)

Stewie Griffin said...

Comprate el rifle igual, aunque si puedes conseguir un arma corta mejor. Por supuesto no la lleves en el coche, porque ultimamente no paran de hacer registros en busca de armas y drogas.

Stewie Griffin said...

Yo en cuanto se me presente la oportunidad pienso hacerlo desde luego.

"vale más tener un arma y no utilizarla que necesitarla y no tenerla"

Mary White said...

Pues hay más... estoy analizando tres textos, cuando llega a la democracia uno empieza a explicarse muchas cosas.

Libertyvallance, imagina el momento de leer tu "compromiso" en alto en clase... la repera. Como los niños no son nada crueles...

Yo les habría reventado la asignatura, claramente.

Anonymous said...

Pues yo cuando tenía doce años andaba suspirando por las muchachas hermosas e inteligentes (como Mary White), que despertaban en mi sentimientos de admiración intensos y espirituales. Me volvía loco. Eran pruebas de la existencia de Dios, y de que éste, bueno o no, tenía muy buen gusto.

Pero con los profes progres no rendía cuartel. El puteo que les caía era monumental. Todo sutil, lógicamente. No se muerde la mano que pone la nota.