6 February 2008

El efecto Lucifer y la libertad

Hoy he publicado un comentario en la página del Instituto Juan de Mariana en el que reflexiono sobre la pérdida de la libertad. El punto de partida es el estudio de Phillip Zimbardo sobre el efecto Lucifer y la influencia social en los actos individuales, sean aberrantes o sean heróicos:

<< ¿Se aprende a ser héroe o a ser villano? El famoso trabajo de Phillip Zimbardo, The Lucifer Effect: Understanding How Good People Turn Evil, demuestra que las situaciones sociales tienen un poder muy sutil para influir en el comportamiento de las personas, mucho más de lo que las propias personas somos capaces de imaginar. El libro de Zimbardo está basado en la investigación de toda una vida. Él realizó en 1971, junto con su compañero de colegio, universidad e investigación, Stanley Milgram, un experimento terrorífico (el experimento de la prisión de Stanford) en el que se dividía a los participantes entre guardianes y prisioneros. El resultado es que personas aparentemente "normales", sensatas y cabales, eran capaces de cometer atrocidades a sus compañeros una vez asumido el rol de guardián.
El experimento fue extraordinariamente enriquecedor para Phillip Zimbardo, tal y como él mismo relata:
El quinto día del experimento, una estudiante recién doctorada de Stanford, Christina Maslach, vio cómo los guardas colocaban bolsas en las cabezas de los prisioneros y les hacían desfilar con las piernas encadenadas, como zombies, mientras los guardas les gritaban barbaridades. Maslach salió llorando. Había empezado a salir con ella, y me gritó: "No estoy segura querer tener algo que ver contigo si esta es la clase de persona que eres. Es horrible lo que estás haciendo a esos chicos." Esa doble bofetada en la cara fue la catálisis para que me diera cuenta de que el estudio había funcionado demasiado bien y de que esa poderosa situación me había corrompido también a mí. Paramos el estudio al día siguiente.
La razón por la que cualquiera puede ser martillo en vez de yunque (que diría Gregorio Luri) la denomina el autor del libro el "efecto Lucifer", y viene a decir que los seres humanos en un entorno social determinado somos capaces de asumir grados crecientes de maldad e integrarla en nuestro comportamiento; simplemente nos vamos des-sensibilizando paulatinamente de manera que nuestro "umbral de maldad" es cada vez mayor y llegado un momento dejamos de ser inocentes corderitos para transformarnos en sanguinarios verdugos.
Zimbardo ha aplicado las conclusiones de este estudio a explicar el comportamiento de los soldados norteamericanos en la prisión de Abu Ghraib. Pero hay más posibilidades: el ciber-acoso, los pandilleros, el apoyo al terrorismo... son algunos ejemplos. Sin embargo, el autor le da la vuelta al estudio y analiza también las otras opciones, ante una situación nueva en la que aparece un comportamiento dañino para otros uno tiene varias alternativas: mirar al techo, unirse al mal, o ser un héroe. Y de ahí que la próxima publicación de Zimbardo se refiera a la "banalidad del heroísmo". Cualquiera puede ser un héroe si se acostumbra a un entorno propicio e instructivo.
En mi opinión queda por estudiar el "efecto Lucifer" respecto a la libertad. Es decir, creo que las personas somos capaces de rechazar de lleno una situación en la que claramente se pisoteen las libertades de las persona, en la que se atente física o materialmente contra la libertad de los demás. Pero administradas en pequeñas dosis, las medidas liberticidas no chocan a nadie y somos capaces de "tragarnos esa píldora", en especial si nos la adornan de paternalismo estatal, del bienestar de todos, de tu propio interés, que tú no conoces pero otros sí: un colectivo, un ministro o un Parlamento. (...) >>
Leer el artículo completo.

13 comments:

Váitovek said...

Hace un año o así leí un Libro, Modernidad y Holocausto, de Zygmunt Bauman, muy relacionado con lo que dices.En él se habla, si no de ese mismo experimento, de otro muy semejante cuya celebridad sólo fue equivalente al ninguneo que el estamento académico le dedicó.

Ahora bien, las conclusiones de Baumann y las mías propias divergen bastante de lo que expresa este señor.
A ver si lo digo bien:
-En las sociedades actuales la vinculación entre moralidad y racionalidad no cesa de estrecharse, hasta el punto de que el Proyecto de la Modernidad podría caracterizarse por la búsqueda de esa identidad.
-Mientras el sujeto se atiene a la moralidad, se atiene a la ley de la tribu, y no hay santos ni villanos.
-Pero el acto ético- y el de verdadera maldad- tiene dos desvicaciones: Una, respecto a la ley social, a la moralidad general.
Otra, mucho más abismal, frente a la misma racionalidad.

El acto ético es estrictamente irracional, ya que su contenido "inexplicable" toma la forma de SINO o de NOSI (sí a algo malo para el sujeto, no a algo bueno para el sujeto), mientras que la racionalidad se funda en la identidad del SISI o el NONO (Si a lo bueno, no a lo malo.
Eso es un "ungrund", es el "ungrund", lo sin fondo, y ninguna dinámica social lo puede eliminar ni producir.
El Santo y el Heroe llevan a cabo actos irracionales o no son tales.Ej:Sacrifican su vida, (dicen SINO).O no se someten a nigún premio(dicen NOSI), contra toda razón.
Esto también es aplcable al acto malvado, no ético, y Lucifer, precisamente, es el ejemplo que destruye la tesis del efecto Lucifer, ya que su acto es radicalmente individual y desde más allá de toda razón, cuando dice Non Serviam y asume una rebelión que sabe perdida de antemano y con garantía absoluta de fracaso.
Por eso, es cierto que una moral social saludable, y por tanto no excesivamente racional ,favorecerá los caso de heroísmo, pero el héroe, el santo y el villano están más allá de toda determinación social.Son nuestro misterio infranqueable.
Perdón por el rollo. Me he embalado.

Gregorio Luri said...

No acabo de entender lo que quieres expresar exactamente con esta pregunta: "¿Cómo volver atrás y recuperar la responsabilidad individual?"
¿Responsabilidad sobre qué? Me imagino que sobre lo que cada uno considera valioso y que, como tal considera que debe ser preservado. Pero siguiendo tu argumento me parece entender que el criterio del valor es estrictamente individual, o sea que le correspondería a cada uno decidir qué es y qué no es valioso. No existiría, por lo tanto, ningún criterio natural que sirviese de medida.
Por lo tanto, sería perfectamente válido preguntarse "¿Para qué me sirve decir la verdad si me puede ser más ventajoso decir mentiras?" y, responderse, que para nada.
¿Pero no nos conduce esto al "Bellum omnium contra omnes", es decir, a la naturaleza? Y, si es así, ¿no habría en la naturaleza, entonces, un criterio de medida?
No sé si me explico...

Váitovek said...

Mary White:

Te ha tocado un premio aquí:

http://dhavar.blogspot.com/
2008/02/vaya-sorpresa.html

... said...

Mary,

Es muy necesario un estudio empírico como el que propones con respecto a las pequeñas cesiones de responsabilidad individual y las consecuencias de tal dejación para la libertad. La hipótesis de partida debiera ser que ese efecto Lucifer es real.

Un caso en el que estoy pensando es el de las drogas, ejemplo perfecto de objeto que desata maniobras de "pánico moral", han sido y siguen siendo utilizadas para justificar uno de los recortes de libertad más aberrantes de la historia, que ha tenido como consecuencia un aumento masivo de personal dedicado al control social (policía, terapéutas, trabajadores sociales) a sueldo del Estado, una violación también masiva de la intimidad personal, cárceles llenas de individuos que no han cometido en realidad ningún delito (en España un 70% de los reclusos), una perversión absoluta del concepto de salud pública (los delitos vínculados a la producción, tráfico y consumo de drogas son delitos contra la "salud pública"), corrupción de funcionarios públicos a una escala inédita en la historia, ruina para países enteros confiscación masiva de bienes, una alianza entre el Estado y el estamento médico que ha permitido a sus miembros convertirse en los nuevos sacerdotes (con capacidad de sanción moral y un control absoluto sobre la "salud" de cada individuo), muertos a porrillo por la imposibilidad de difundir información para su uso responsable, una legión de enfermos imaginarios (los adictos), en realidad irresponsables ante su propia vida y parásitos sociales que vienen al pelo al Estado para presentarse como benefactor y justificar el aumento de su poder (control, personal, recursos) y, volviendo al tema concreto de tu artículo, una cesión de libertad por parte de TODOS los ciudadanos, lo que tienen relación con las drogas y los que no. ¿Alguien duda de la existencia de mecanismos sociales como el "pánico moral"? Desde que comenzó la cruzada prohibicionista, destinada a convertir a los individuos en menores de edad susceptibles del cuidado del "Estado pastor", el "problema de las drogas" siempre ha ocupado los primeros lugares en la lista de preocupaciones de los ciudadanos (hasta hace muy poco en las encuestas del CIS siempre se citaba el terrorismo, el paro y la droga (sic) como las principales preocupaciones de los españoles). Cuando se preguntaba a continuación si el encuestado, su familia o sus conocidos tenían algún problema ellos mismos con las drogas, el porcentaje era insignificante y abrumadoramente ridículo en comparación con la supuesta magnitud del problema. Sin embargo, las declaraciones triunfalistas de los políticos se suceden; eslóganes vacíos y campañas de marketing de risa (pero carísimas, y las pagamos todos), tipo "Madrid contra la droga. 10 años cumpliendo" (o Cataluña, o Andalucia...) están por todas partes,; telediarios que abren con imágenes de redadas y alijos que nunca son presentados como lo que son: una gota en el océano; ONGs que brotan como setas y que pretenden "curar" a los "adictos" (llevándose de paso un pastón del Estado, es decir, de nuestros impuestos, y el reconocimiento público a una encomiable labor social); asociaciones de madres cuyas familias destrozó la "epidemia" o la "lacra" (que adjetivos más apropiados para el pánico moral) de las drogas, y que en realidad no son más que personas manipuladas que quizá nunca se preocuparon por hablar con sus hijos... Madres ante las que los políticos sacan pecho ("miren todo lo que hacemos", "tomen un local", "tomen subvenciones...") y en realidad les importan una higa. Políticos y funcionarios (los del control social que decía más arriba) que nunca diran a los ciudadanos, porque sería ir contra su doble naturaleza redentora y parásita: "Aquí está la información sobre uso y abuso de las drogas, que nos comprometemos a actualizar regularmente o, mejor aún, nos comprometemos a permitir que una multiplicidad de agentes privados disemine la información relevante. A partir de ahí, conozcan sus límites y sus motivaciones y ejerzan ustedes como individuos libres y responsables".

Es sólo un ejemplo. Así funciona el pánico moral. Esta es la cesión de libertad de cada día.

(Mil disculpas por el rollo. He escrito algo más sobre esto en: http://usafari.blogspot.com/
2007/06/motives-and-doses.html)

Anonymous said...

Dhavar, siempre he pensado en Lucifer como un romántico que sabe que se la pega de todas todas y aún así, no se pliega. Y siempre pensé que Dios debería haber valorado ese acto de nobleza (que sería soberbia y estupidez si Lucifer creyera que tenía alguna "chance" frente a Dios), a la hora de destarrarle para siempre.
Esa historieta se la ha debido inventar un mal jefe, de los que necesitan subordinados serviles para reafirmarse.

Don Gregorio. Pues no me refería exactamente a eso. Cuando hablo de responsabilidad me refiero a la asunción por parte de cada uno de las consecuencias de sus actos. Yo creo que la hemos cedido, hablo en primera persona del plural sin pretender señalar, que conste. En el otro blog que llevo (Libertad Cercenada) publico noticias en las que es evidente este tipo de cesiones, la última entrada se refiere a la ley que están sacande adelante en Mississippi, estado obeso por excelencia, para declarar ilegal el servir determinado tipo de comidas a personas con un Índice de masa corporal superior a 30. ¿Qué le parece? Chistorra ilegal, don Gregorio.
Ese tipo de cesiones... yo soy responsable de mi obesidad, mi colesterol y si salgo muy caro a la Seguridad Social, a lo mejor hay que cambiar la Seguridad Social, pero no hay justificación para que el Estado me declare incapaz de cuidarme porque sí.
Iba más por ahí... pero su reflexión me ha gustado mucho. Muchas gracias.

Paco, te contesto luego en tu blog :P

Váitovek said...

Mary White:

Eso es.Pero en vez de romántico yo digo irracional en el sentido estricto que he puesto. La eticidad, por ponernos cursis, está más allá de la racionalidad, y es la otra cara del enigma de la libertad.Tiene todo que ver con cierta vieja historia de un arbol y una "manzana".

Váitovek said...

Beltran:

Estoy de acuerdo en todo! (esto no va bien.Tenemos que hacer algo)
Supongo que has leído Historia General de las Drogas de Escohotado.
Y añado a lo que dices:Las cifras de crecimiento del mercado mundial de las drogas penalizadas son directamente proporcionales - y no al revés, como nos venden-al coste puramente monetario de la supuesta "guerra contra las drogas", y así año tras año, hasta cúando?

Gregorio Luri said...

Totalmente de acuerdo. En el momento que la palabra "voluntad" ha desaparecido del vocabulario, especialmente del pedagógico, ya no hay lugar ni para la responsabilidad ni para la irresponsabilidad. Somos inocentes de nuestras faltas (y por lo tanto deberíamos serlo también de nuestras virtudes... pero este es otro cantar). Pero como seguimos sin ser felices por mucho que nos consideremos inocentes, hay que buscar al malo. De ahí surge esa idea de la cultura como una conspiración contra la inocencia que parece haberse impuesto con el "pensamiento Alicia".

Respecto a Lucifer: "The paradise lost". Shelley sostenía que Milton estaba de parte del diablo sin saberlo.
El romanticismo, con Byron a la cabeza, es eso, una toma de partido por el diablo para poder enfrentarse a Dios y salir derrotado. Para un romántico, nada más noble que un combate perdido ante un enemigo invencible.

... said...

Sí, Dhavar, tanta coincidencia me mosquea. A ver si encontramos algo por lo que darnos de leches de nuevo.

Te preguntas hasta cuándo va a seguir esto... Pues yo creo que aún podemos estar peor, y me refiero a modificar la prohibición medicalizándola. De este camino, que muchos políticos presentan como compasivo, benefactor e incluso una ¡liberalización! ya vemos ejemplos a diario: los consumidores no son "delincuentes" sino "enfermos", que requieren de la atención del Estado (¡atención sanitaria a la fuerza!); se propone liberalizar el consumo de drogas "blandas" y penalizar aún más las "duras" (la distinción entre drogas blandas y duras es la más estúpida y a-cientifica que ha existido jamás); se liberaliza el consumo de "ciertas" drogas para "ciertos" "pacientes" (p. ej.: marihuana médica), y lo siento por el abuso de las comillas pero es que los conceptos tienen tela; se altera la composición de las listas de estupefacientes de la ONU (las famosas listas I a IV que utilizan todos los Estados signatarios de la convención de 1973 para penalizar la tenencia y el consumo), lo cual añade arbitariedad a la arbitrariedad originaria... y así hasta el infinito. La cuestión es hacer todo menos considerar a los individuos adultos responsables. En este caso, un mercado libre no intervenido expulsaría los venenos (si adulteras o engañas vas a juicio), rebajaría precios y aumentaría calidades hasta extremos inauditos, y educaría sustancialmente a la mayoría de la población (no a todos, y ciertas personas tendrían problemas, pero de la misma forma que hoy hay insensatos enfermos de hipercolesterolemia que se pegan un atracón tras otro, arriesgando un infarto).

En fin, podría estar hablando de esto durante horas. Hay historias personales y nombres propios que te van a interesar, pero no escribo sobre esto en público. ¿Por qué no entras en mi perfil y me envías tu correo? O bien, ¿Mary lo tiene?

Anonymous said...

Claro que lo tengo,Paco... soy la misma de los @...
El que no tengo es el de Dhavar.
Cuando te pases por los madriles (si eso sucede algún día...) no te perdono el café que nos debemos.

... said...

Hola, Mary. No entiendo. ¿Tienes el correo de Dhavar o no lo tienes?

Ya no va a haber café. Dada tu actitud conmigo ahora vamos a descorchar botellita de Veuve Cliquot. ¿Te parece bien? :)

Yeli said...

Muy interesante. Relacionado con esto, me estoy acordando de un artíuclo sobre niños heroes que leí en un periódico, no sé si ruso o ucraniano. Era un peridódico tirando bastante a prensa amarilla y/o rosa.
El artículo era sobre los niños partisanos de la revolución rusa y de la segunda guerra mundial, y de sus heroicidades (daba miedo el nivel de lavado de cerebro que debían haber padecido para hacer lo que hicieron). Y luego había un apéndide de un "experto": que si hoy los niños son tiranos, individualistas, insolidarios, vamos, moralismo que casi rozaba la justificación de la barbarie sovietica y de sus lobotomías... lamentable.

Anonymous said...

idon'tlikecandy, la imaginación que se despliega para justificar las cosas más increíbles es inconmensurable.