El origen del liberalismo progresista
El día 3 de marzo publiqué en la página del Instituto Juan de Mariana un artículo sobre John Stuart Mill y su condescendencia hacia las clases trabajadoras. La limitación de espacio, como suele ocurrir, me dejó con ganas de explayarme un poco más.
Reconozco que fui una de esas jóvenes estudiantes que cuando leyó el capítulo sobre la mejora de las clases trabajadoras de los Principios de Economía Política de John Stuart Mill, me temblaron las piernas. A eso hay que añadir que su biografía, con un padre como el que tuvo, enamorado de una mujer prohibida, guapa y feminista... era un atractivo más. Secretamente todas las alumnas de mi clase de Historia de las Doctrinas Económicas nos alegramos de que muriera el marido de Harriet Taylor, y sufrimos cuando ella muere al poco tiempo de casarse con su amor secreto. Recuerdo a mi maestro comentar sobre la cara endurecida de Mill que está en la National Portrait Gallery de Londres, prueba silenciosa de lo que este hombre había sufrido. Francamente, su preocupación por las clases trabajadoras parecía más preocupación que nunca. Si el tipo hubiese sido un borde, no nos habría resultado tan auténtica su inquietud.
Sin embargo, más allá de las ensoñaciones estudiantiles está la realidad de las palabras. Y un análisis más frío y menos pueril de John Stuart Mill nos descubre una faceta muy diferente de él. Y también, nos muestra alguna de las razones por las que su socialismo edulcorado por su media defensa de la propiedad privada y del mercado se han llevado el gato al agua, y el liberalismo sin apellidos de Frédéric Bastiat no.
Digo en mi comentario:
Otro de los puntos más enternecedores de Mill es su preocupación por la formación de los niños sin recursos. Educado siguiendo un plan de diseño paterno, Mill nunca pisó una escuela y solamente cursó algunas asignaturas en la Universidad de Montpellier durante su estancia en Francia. Su fina inteligencia se daba cuenta de la importancia de la educación infantil y, en especial, la de los niños más pobres. Es una de las causas que invalidan el principio de no intervención del gobierno. No es que el Gobierno deba proveer la educación sino ayudar a financiar la de los niños que no estén en condiciones de hacerlo. No se trata de que el Estado manipule la mente del pueblo imponiendo una educación homogénea a todos, sino que establezca unos exámenes para asegurar un nivel mínimo de formación para todos. No parece muy socialdemócrata, no es evidente que se considere a John Stuart Mill un defensor del pernicioso Estado del Bienestar, tras cuyo maravilloso nombre se esconde sosa cáustica para la sociedad.
(...)
A pesar de defender las ideas expuestas, también considera que el Estado puede obligar a la gente a estudiar. En este trabajo, Mill explica que la única razón por la que se puede coaccionar a un individuo e imponerle algo es cuando su conducta dañe a terceros. Pero al aplicarlo a la educación, Mill concibe que si las decisiones de un padre no aseguran que su hijo pueda desarrollar plenamente sus habilidades, entonces se considerará un "daño a terceros" y el Estado podrá intervenir y tomar cartas en el asunto. ¿Qué quiere decir eso? Eso quiere decir que un padre tiene la tutela de sus hijos condicionada al criterio de los gobernantes. Mill creía en un Gobierno elitista, con unos criterios racionales sobre cómo deben los niños desarrollar sus capacidades y con potestad para obligar que así sea a los padres.
A partir de aquí, aparece "el otro John Stuart Mill": el elitista que considera que la gente sin cierta instrucción "no sabe" y que el Estado, formado por ilustrados (como él) sí que sabe lo que los demás necesitan. Igual que el médico no pregunta la opinión al paciente sobre el medicamento que le va a recetar, el gobernante no tiene que preguntar a quien no está capacidado para decidir.
Estas ideas no cuadran en absoluto con quienes defienden la social-democracia y nombran a Mill como su apóstol. Cierto es que creía que el Estado no debe intervenir en las decisiones del individuo pero las excepciones que considera son tan fuertes que anulan cualquier viso de libertad individual. Si la educación es una excepción, ¿por qué no la comida, las drogas, lo que hace usted en la cama y el color de su ropa?
Y además ¿quién decide el criterio para considerar a alguien experto o no?¿cómo asegurar que no vendrá un mindundi y pondrá en un puesto de responsabilidad a un tipo que caza sin licencia?
El tono condescendiente de Mill es mucho más irrespetuoso que defender que cada cual ha de asumir la responsabilidad de sus actos. Sin embargo, es mucho más popular, incluso si, en el primer caso, te conviertes en siervo dependiente del Estado y, en el segundo, aseguras tu independencia.
Siempre que pienso en esto me acuerdo de la serpiente Kaa engatusando al memo de Mowgli mientras le canta "Confía en mí, solo en mí..." y trata de comérselo.
Kaa dice "¡No me tienes fe! Entonces nada puedo hacer para ayudarte...." ¿no les suena el mensaje?
Reconozco que fui una de esas jóvenes estudiantes que cuando leyó el capítulo sobre la mejora de las clases trabajadoras de los Principios de Economía Política de John Stuart Mill, me temblaron las piernas. A eso hay que añadir que su biografía, con un padre como el que tuvo, enamorado de una mujer prohibida, guapa y feminista... era un atractivo más. Secretamente todas las alumnas de mi clase de Historia de las Doctrinas Económicas nos alegramos de que muriera el marido de Harriet Taylor, y sufrimos cuando ella muere al poco tiempo de casarse con su amor secreto. Recuerdo a mi maestro comentar sobre la cara endurecida de Mill que está en la National Portrait Gallery de Londres, prueba silenciosa de lo que este hombre había sufrido. Francamente, su preocupación por las clases trabajadoras parecía más preocupación que nunca. Si el tipo hubiese sido un borde, no nos habría resultado tan auténtica su inquietud.
Sin embargo, más allá de las ensoñaciones estudiantiles está la realidad de las palabras. Y un análisis más frío y menos pueril de John Stuart Mill nos descubre una faceta muy diferente de él. Y también, nos muestra alguna de las razones por las que su socialismo edulcorado por su media defensa de la propiedad privada y del mercado se han llevado el gato al agua, y el liberalismo sin apellidos de Frédéric Bastiat no.
Digo en mi comentario:
Otro de los puntos más enternecedores de Mill es su preocupación por la formación de los niños sin recursos. Educado siguiendo un plan de diseño paterno, Mill nunca pisó una escuela y solamente cursó algunas asignaturas en la Universidad de Montpellier durante su estancia en Francia. Su fina inteligencia se daba cuenta de la importancia de la educación infantil y, en especial, la de los niños más pobres. Es una de las causas que invalidan el principio de no intervención del gobierno. No es que el Gobierno deba proveer la educación sino ayudar a financiar la de los niños que no estén en condiciones de hacerlo. No se trata de que el Estado manipule la mente del pueblo imponiendo una educación homogénea a todos, sino que establezca unos exámenes para asegurar un nivel mínimo de formación para todos. No parece muy socialdemócrata, no es evidente que se considere a John Stuart Mill un defensor del pernicioso Estado del Bienestar, tras cuyo maravilloso nombre se esconde sosa cáustica para la sociedad.
(...)
A pesar de defender las ideas expuestas, también considera que el Estado puede obligar a la gente a estudiar. En este trabajo, Mill explica que la única razón por la que se puede coaccionar a un individuo e imponerle algo es cuando su conducta dañe a terceros. Pero al aplicarlo a la educación, Mill concibe que si las decisiones de un padre no aseguran que su hijo pueda desarrollar plenamente sus habilidades, entonces se considerará un "daño a terceros" y el Estado podrá intervenir y tomar cartas en el asunto. ¿Qué quiere decir eso? Eso quiere decir que un padre tiene la tutela de sus hijos condicionada al criterio de los gobernantes. Mill creía en un Gobierno elitista, con unos criterios racionales sobre cómo deben los niños desarrollar sus capacidades y con potestad para obligar que así sea a los padres.
A partir de aquí, aparece "el otro John Stuart Mill": el elitista que considera que la gente sin cierta instrucción "no sabe" y que el Estado, formado por ilustrados (como él) sí que sabe lo que los demás necesitan. Igual que el médico no pregunta la opinión al paciente sobre el medicamento que le va a recetar, el gobernante no tiene que preguntar a quien no está capacidado para decidir.
Estas ideas no cuadran en absoluto con quienes defienden la social-democracia y nombran a Mill como su apóstol. Cierto es que creía que el Estado no debe intervenir en las decisiones del individuo pero las excepciones que considera son tan fuertes que anulan cualquier viso de libertad individual. Si la educación es una excepción, ¿por qué no la comida, las drogas, lo que hace usted en la cama y el color de su ropa?
Y además ¿quién decide el criterio para considerar a alguien experto o no?¿cómo asegurar que no vendrá un mindundi y pondrá en un puesto de responsabilidad a un tipo que caza sin licencia?
El tono condescendiente de Mill es mucho más irrespetuoso que defender que cada cual ha de asumir la responsabilidad de sus actos. Sin embargo, es mucho más popular, incluso si, en el primer caso, te conviertes en siervo dependiente del Estado y, en el segundo, aseguras tu independencia.
Siempre que pienso en esto me acuerdo de la serpiente Kaa engatusando al memo de Mowgli mientras le canta "Confía en mí, solo en mí..." y trata de comérselo.
Kaa dice "¡No me tienes fe! Entonces nada puedo hacer para ayudarte...." ¿no les suena el mensaje?
7 comments:
Mogwli no era memo... como te has faltado...
No era memo, era inocente.
El siempre fácil recurso argumentativo de la defensa de la libertad individual,
hacemos un flaco favor a la defensa de la libertad cuando la reivindicamos en perjuicio de valores superiores, los ciudadanos deben asumir que en beneficio del interés general a veces es necesario limitar o incluso renunciar a algunas libertades individuales, interés general como puede ser la seguridad , la planificación educativa, normas que favorezcan la convivencia, etc.
Es una realidad constatable que las sociedades que no comprenden el valor de la educación están predestinadas al estancamiento, a limitar su desarrollo , y a correr el riego de generar una serie de condiciones que favorezcan la conflictividad social, la delincuencia , la criminalidad, etc., condiciones como el desempleo, las desigualdades sociales, la carencia por parte de los ciudadanos de forma individual y colectiva de adecuados valores y principios, etc.
Nadie , que yo sepa , nace sabiendo , y por lo tanto todas las personas deben ser orientadas y educadas para que cuando lleguen a su madurez dispongan de los necesarios conocimientos para de acuerdo a sus cualidades se puedan integrar en el mundo laboral, y para ello el Estado debe diseñar planes de estudios accesibles a todos los ciudadanos sin otra limitación que las cualidades de cada individuo, de ahí la necesidad de que la educación sea publica , gratuita y obligatoria un mínimo de años exigibles a todos los ciudadanos.
El Estado, los gobernantes no pueden dejar a la libre elección de cada ciudadano el aprendizaje o no de conocimientos porque luego cuando esos ciudadanos sean adultos y no tengan trabajo , o su salario sea muy bajo responsabilizaran de ello a toda la sociedad , al Estado, o se harán delincuentes queriendo apropiarse de lo de los demás, el Estado debe saber inculcar a los ciudadanos , padres y niños , el valor de la educación.
En España la planificación educativa de la sociedad en función de las necesidades del mercado laboral es nefasta. Es inconcebible que un país desarrollado carezca de suficiente numero de médicos, o tenga exceso de personal preparado para una serie de actividades profesionales mientras carece de gente con la adecuada preparación para otras.
No. "El memo de Mowgli" es correcto, independientemente de como fuera el personaje del 'Libro de la Selva'.
Cuando Mary escribe 'el memo de Mowgli' no se refiere a él, cuando se refiere a él. Releed la entrada y lo entenderéis.
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Mary.
Mills era un 'monstruo' con un cociente dificil de superar. La habilidad taimada y sibilina se suele dar en la mentalidad del listo mezquino, raramente en la del inteligente erudito, habitualmente distinguido por su nobleza y lealtad a principios y valores, que los hacen confiados hasta muy próximos a las lindes de lo ingenuo, con más posibilidad de formar en el lado de los 'Mowglis memos' que de las serpientes Kaa. Basta echar una ojeada por el panorama político español y verlo al primer vistazo. El intelecto brilla por su ausencia y la mezquindad se declara en huelga por exceso de estockages. Si de pronto ahí cayera un MIlls, sería devorado en cuestión de minutos.
Es posible que, aunque el resultado sea el que tu deduces, la intención de Mills no fuera esa, sino que tuviera buena fe y de verdad pretendiera que el estado no educara a esos niños sino que los ilustrara, y tu le juzgues con demasiada dureza. No hay que confundir la enseñanza con la educación. Pudo ocurrir que no hubiera sopesado los riesgos de la confianza en algunos colegas parlamentarios de entre los muchos palabreros de la política y que se le fuera el asunto de sus manos y cuando quisiera reaccionar ya no le fue posible retomar el control. Ocurre que al estado le das la mano y te toma hasta los pies, llenando las cunetas con sus colaboradores de usar y tirar. Cogen la idea, la despluman de toda virtud y la visten con las sedas de sus intereses bastardos, tras enterrar al padre de la misma. El estado es un animal cameleónico que jamás retrocede consolidando los espacios achicados al derecho ciudadano.
Pienso que alguien que es capaz de aprender griego con tres años, no merece un epitafio que exalte la vulgaridad de la complicidad en el interés espurio.
En cuanto al liberalismo progresista, no creo que hubiera ningún santo patrón que lo fundara. El liberalismo es fundamentalmente progresista en su esencia. O es progresista o no es. Naturalmente entendiendo progreso en su justa medida y en su interpretación literal. Nada que ver con el uso de dicha expresión adoptada por los 'progres', para sacar de él el confetti de su propaganda.
ECO
Creo que mezclas educación con enseñanza.
Una cosa es adquirir conocimientos y otra muy distinta anular, contaminar o domesticar tu libre albedrío.
A igual que todos los ciudadanos para entendernos poseemos y manejamos unos determinados conocimientos matemáticos también es necesario que el libre albedrío, nuestras decisiones estén encuadradas en un marco definido por adecuados comunes valores y principios.
ECO
Correcto. Pero ¿Es el gobierno de turno quien decide el marco y la adecuación común de esos valores y principios? ¿O más bien los adecuará a sus intereses e intentará despojarlos de los valores y principios que se les inculque en su entorno familiar?
¿Has oido hablar de un instrumento para el adoctrinamiento en el nacionalsocialismo, de todo ser viviente que pulule por cualquier centro de enseñanza, nacional, llamado EpC? Muy común, pero sobre todo muy "rico en valores y principios".
Si. Muy adecuado para el común interés del gobierno de turno. Podrá seguir haciendo un uso criminal del estado y de la ley, para que se pueda seguir violando derechos a las mayorías, con apoyos mayoritarios de esas mayorías, tras ser debidamente adoctrinadas.
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