24 August 2008

Verdades incómodas

Hay una serie de personajes sueltos por el mundo, escasos, aislados, que se dedican a decir la verdad a bocajarro, con nocturnidad o a plena luz, sentados o de pié, con finura o groseramente... pero siempre de manera brutal e incómoda. Porque hay verdades que aunque trates de endulzarlas son brutales e incómodas. Son estas cosas que todos sabemos pero no miramos, o no todo el tiempo, porque nos bloquearía, o no sabríamos qué hacer con ellas. Tal vez porque necesitamos vivir en un micromundo de problemas cotidianos abordables y así hacernos la ilusión de que podemos hacer algo,que no somos tan impotentes.

Estas personas terminan atrincherándose en la incomodidad que saben que producen y acaban en el apartado de "raros" o "insociables". A aquellos que osan enfrentarse se les denigra. Es fácil, estamos dispuestos a creer lo que sea del diferente, y más si lo es porque dice cosas que nos incomodan, que nos fuerzan a tomar posiciones (con lo mal visto que está eso en el océano de relatividad en el que flota nuestra patera).

No es que siempre tengan razón, sus opiniones son eso, opiniones, refutables. Pero su punto de vista lleva a que la mayoría de la gente simplemente les dedique insultos, o les tache de exagerados, de radicales, o de impresentables, en vez de pararse a pensar qué se puede aprender de ellos. En muchos casos, se copian las ideas de la persona "impresentable", se presentan como propias y se lleva uno las flores.

A esta gente tan poco común (ellos solitos se identificarán) les dedico esta tira cómica de Dilbert:





Traducción libre:

- ÉL: ¡Voy a ir a un seminario en el que me van a enseñar cómo conseguir un millón de dólares!

- ELLA: Es un timo.

- ÉL: ¿Cómo puedes saberlo?
- ÉL: Ni siquiera te he dicho el nombre del seminario.
- ÉL: No puedes estar segura de que es un timo si no sabes ningún detalle del seminario .
- ÉL: Tu sólo quieres aplastar mis esperanzas para que sea como tú.
- ÉL: ¡Pero no va a funcionar porque tengo sueños! No me voy a convertir en un cínico amargado y fracasado como vosotros dos.
- ÉL: Yo seré quien ría el último cuando pague la matrícula y aprenda "cómo convertir 100 dólares en un millón".

- CONFERENCIANTE: Invierta 100 dólares a un interés del 5% y espere 190 años. Gracias por venir.

6 comments:

Caballero ZP said...

Pues cuánta razón tienes Mary, sobre todo en que ellos mismos terminaran identificándose.
Tienes un merecido premio en mi blog, si te apetece lo recoges, mi más sincera enhorabuena.
Un fuerte abrazo para ti y para quien tú sabes.

Al Neri said...

Ay, decir la verdad, callársela o mentir en ocasiones...¡qué grandes dilemas!

Yo soy de los que solían decir verdades muy desnudas, muy brutales. Pero con el tiempo me he edulcorado, porque he llegado a la conclusión de que la mayoría de veces cantar las verdades es inútil.

Por ejemplo, he llegado a la conclusión de que las discusiones con personas con ideas políticas, sociales o religiosas opuestas a las mías es inútil. Sólo sirve para quemar y enemistar a las personas y al final, como se trata de ideas enraizadas en el corazón, en el estómago, en la educación recibida, etc, nadie cede nada ni se convence de nada. Creo que la pasión por las discusiones épicas entre bandos irreconciliables se va perdiendo con la edad.

Creo que para convencer a los demás hay que predicar mucho con el ejemplo y sobre todo hay que llegar al corazón de la gente. Es imposible convencer a nadie cayéndole mal o adoptando actitudes chulescas, soberbias o autosuficientes. Una vez te hayas ganado a una persona (su respeto, su afecto, su simpatía) estará mucho más receptivo a las ideas que le transmitas, aunque en principio sean opuestas a las tuyas.

Un claro ejemplo de hasta qué punto la imagen pública y la escasa simpatía personal puede bloquear la recepción de ideas se ha dado en España con los partidos políticos extraparlamentarios de corte patriótico. Extraordinarios valores y soluciones políticas han sido irracionalmente rechazados por la sociedad como consecuencia de la imagen de patanes, macarras de discoteca y chulos de verbena que han ofrecido (sobre todo en la Transición) y ofrecen todavía no pocos de los correligionarios de estos partidos.

Anonymous said...

"[...] un modelo de individuo triunfador atípico: un individuo maleducado, borde, arrogante y muy solitario, políticamente incorrecto, brutalmente honesto, con muy mal carácter y una coraza de hierro en la que esconde sus sentimientos. xxx hace gala de una seguridad aplastante, un cinismo que roza lo patológico y una gama de comentarios mordaces para parar un tren."

Hablan del ficticio doctor Gregory House.

Y sí... encarna todo aquello que en la realidad la gente rechaza, pero qué casualidad... es el personaje de ficción más querido por los televidentes. Hipocresía? no creo... simplemente "debilidad existencial" quiero pensar.

un saludo.

Joaquín said...

Mejor que decir nada, es copiaros un poema de Jorge Guillén ("al margen de Cicerón"), muy elocuente:

QUERIDO AMIGO

…veritaten sine qua nomen amicitiae
Valere non potest
(De amicitia, 25)

Amigo: no querrás que te confíe
Todo mi pensamiento,
Porque te dolería inútilmente
Cruel veracidad.
Simple rasguño hiere al delicado.
Una sola palabra acabaría
Con la dulce costumbre
De entendernos hablando entre fricciones
Evitables, silencios.
Ocurre a veces que alguna alma clara
Sin dolor no podría oscurecerse,
Y resiste y se opone a la tan íntima
Discordia entre vocablo y pensamiento:
Verdad a toda costa.
¿Lujo quizá imposible?
El embrollo diario es más complejo
Que la verdad, acorde simplicísimo.
La sutil, la difícil vida impura
Va con el corazón. Vivamos. Hombres,
Y aquí, ¿Drama fatal?
Querido amigo...

Joaquín said...

Como he "copiado y pegado", no me he dado cuenta que en la primera línea de Cicerón debe decir "veritatem"...

Clandestino said...

Gracias por el post. Me identifico tanto con él, bueno, con ella, que es como si me lo dedicaras a mí.