Y vosotros ¿quién decís que soy yo?
Siempre he creído que los apóstoles debieron quedarse atónitos al oír esa frase. Que Jesús hiciera esa pregunta me lleva a pensar que tenía sentido del humor y cierta ironía. Pero la traigo a colación porque me da la sensación de que, hoy en día, salvando las divinas distancias, podría ponerse en boca de ciertos personajes, unos más conocidos y otros menos.
Zapatero, por ejemplo, podría preguntarlo. Incluso, podría preguntárselo ante el espejo cada mañana, porque da la impresión de que, de tanto querer ser otro, no sabe quién es. Pero eso no es exclusivo ni de Zapatero, ni de los miembros del PSOE, ni de los políticos. Creo que es la verdadera enfermedad de nuestra sociedad. Es cierto que siempre ha habido héroes y santos a quienes emular. Pero una cosa es pensar "quiero ser como él" y otra "quiero ser él".
Y así, Zapatero quiere ser Obama, Ana Rosa quiere ser Ophra y Villa quiere ser Federico. Pero no sólo eso. Las niñas ya no quieren ser princesas, quieren ser bien la Esteban, bien la Campa; los jóvenes quieren ser los protagonistas de películas de bandas callejeras; los mayores quieren ser jovencitos; los científicos quieren ser estrellas de televisión; los cantantes quieren ser políticos; los dictadores tiranos quieren ser estrellas en festivales de cine... y así, siga la flecha.
Es verdad que para desterrar este mal, cada uno debería saber quién es, y eso cuesta. Cuesta mirarse los adentros y reconocer que uno es mediocre, del montón, súbdito, impotente. Es más llevadero ser Napoleón con sombrero de papel. No sé si es cosa de este país, cada vez estoy más convencida de que he nacido en la cuna de los paletos. Un paleto no es un señor de pueblo. Un paleto es un pueblerino que se cree que su pueblo es el centro del mundo y no hay más realidad que conocer. Es un tipo con entendederas cortas y delirios de grandeza que no duda en alardear de sus miserias como si su incompetencia fuera una hazaña. Como Zapatero hablando de economía, por ejemplo. Por eso, además de todo, el presidente es patético. Porque cree que es el Obama español. Y probablemente esa es una de las razones por las que gana las elecciones, porque la gente de este país no le mira como quien realmente es, sino como el Obama español. Y anda que está poniendo las cosas fáciles a los integrantes de la inexistente oposición (¡qué manera de perder la oportunidad de hacer frente!) que, por otro lado, tampoco muestran quiénes son en realidad. Por ejemplo, Gallardón cree que es el barón Haussman, y Esperanza Aguirre cree que es la Thatcher. Otros creen que son la fallera mayor, según cuenta quien les conoce más de cerca.
Cuestión de roles. Una vez que los demás asumen que el rol que muestras es tu verdadera identidad tienes la partida ganada.
Siguiendo con la pregunta que da título al post, Pedro acierta. Le dice a Jesús quién es más allá de lo que la gente opina. Y Jesús le da el mando: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Saber quién es quién tiene sus ventajas...
Zapatero, por ejemplo, podría preguntarlo. Incluso, podría preguntárselo ante el espejo cada mañana, porque da la impresión de que, de tanto querer ser otro, no sabe quién es. Pero eso no es exclusivo ni de Zapatero, ni de los miembros del PSOE, ni de los políticos. Creo que es la verdadera enfermedad de nuestra sociedad. Es cierto que siempre ha habido héroes y santos a quienes emular. Pero una cosa es pensar "quiero ser como él" y otra "quiero ser él".
Y así, Zapatero quiere ser Obama, Ana Rosa quiere ser Ophra y Villa quiere ser Federico. Pero no sólo eso. Las niñas ya no quieren ser princesas, quieren ser bien la Esteban, bien la Campa; los jóvenes quieren ser los protagonistas de películas de bandas callejeras; los mayores quieren ser jovencitos; los científicos quieren ser estrellas de televisión; los cantantes quieren ser políticos; los dictadores tiranos quieren ser estrellas en festivales de cine... y así, siga la flecha.
Es verdad que para desterrar este mal, cada uno debería saber quién es, y eso cuesta. Cuesta mirarse los adentros y reconocer que uno es mediocre, del montón, súbdito, impotente. Es más llevadero ser Napoleón con sombrero de papel. No sé si es cosa de este país, cada vez estoy más convencida de que he nacido en la cuna de los paletos. Un paleto no es un señor de pueblo. Un paleto es un pueblerino que se cree que su pueblo es el centro del mundo y no hay más realidad que conocer. Es un tipo con entendederas cortas y delirios de grandeza que no duda en alardear de sus miserias como si su incompetencia fuera una hazaña. Como Zapatero hablando de economía, por ejemplo. Por eso, además de todo, el presidente es patético. Porque cree que es el Obama español. Y probablemente esa es una de las razones por las que gana las elecciones, porque la gente de este país no le mira como quien realmente es, sino como el Obama español. Y anda que está poniendo las cosas fáciles a los integrantes de la inexistente oposición (¡qué manera de perder la oportunidad de hacer frente!) que, por otro lado, tampoco muestran quiénes son en realidad. Por ejemplo, Gallardón cree que es el barón Haussman, y Esperanza Aguirre cree que es la Thatcher. Otros creen que son la fallera mayor, según cuenta quien les conoce más de cerca.
Cuestión de roles. Una vez que los demás asumen que el rol que muestras es tu verdadera identidad tienes la partida ganada.
Siguiendo con la pregunta que da título al post, Pedro acierta. Le dice a Jesús quién es más allá de lo que la gente opina. Y Jesús le da el mando: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Saber quién es quién tiene sus ventajas...
10 comments:
Chapeau!!
El tiempo deja a cada uno en su sitio.
Muy buena entrada María.
Pues es una entrada magnífica. Lo de los paletos me ha encantado, ¡y los que me han venido a la cabeza!
John W.
Hoy hablaba ZP en el congreso de educación y energía...
Y eso (sobre todo lo de la educación) me recuerda el remedio perfecto contra el paleto:
Un libro y un billete de autobús.
De acuerdo contigo respecto a ZP y al PSOE. No tan de acuerdo respecto a tu opinión sobre la oposición: no ha perdido ninguna oportunidad de hacerles frente; es más ¡no ha hecho otra cosa desde el 13-M que hacer frente... por hacerlo; sin medida ni sentido y de forma obsesivo-compulsiva.
No saben dónde van, sus recetas tampoco son válidas y no lo van a hacer mejor (ni peor) que los que están.
Así que creo que mi billete será para Nueva Zelanda (por distancia, más que nada).
Besos
La observación sobre la pregunta de Jesús y su humor es deslumbrante. Enhorabuena y gracias.
Y lo pasmoso es que la entrada, cuando baja a la actualidad, no queda por debajo. Aplausos.
Estoy con la 'audiencia'. No sé si te superas o es el Dr. Alzéimer, pero cada entrada luces mejor.
Sobre lo de creerse otro, en lugar de superarse emulándolo, manda cataplines que alguien renuncie a su personalidad para suplantarla por la de otro cualquiera. Ya son ganas de autodegradarse. Aunque para el ZP, eso queda totalmente fuera de sus posibles. Ya no. Ha agotado todos los créditos. Ya no cuela ni siendo él mismo, como dices, por no saber quien ni como es.
Solo puedes salvar algún mueble pisando sobre firme en tu propio hábitat natural. Eso te hace más fuerte ante los que te ven insignificante levitando desde más arriba, ignorando su propia vulnarabilidad fuera de su onda y con los pies en el aire. Algunos osan perdonarte la vida, creyendo de verdad que pueden. Patético.
Cosas del ego, digo yo que será, que juega malas pasadas haciéndose diferentes conceptos de posición y poder sobre un mismo panorama, dependiendo del ángulo o nivel desde el que cada cual lo observa. El compadreo entre colegas suele durar mientras se celebra en el mismo nivel. Cuando alguien despega, automáticamente entra en escena el poder, o la envidia, o ambos dos a la vez.
Somos así de idiotas. Creemos que los distintos niveles llevan inherentes la adjudicación de diferentes aptitudes, cualidades, méritos o deméritos, obviándonos a nosotros mismos, como lo que somos y que es lo máximo o lo mínimo, que podemos ser, en cualquier nivel que nos encontremos, siendo siempre más seguro, el de tener posados los pies en el suelo, si no siempre al menos el mayor tiempo posible.
Buen artículo, Mary. Sin embargo... ¿estás segura de que Zapatero cree ser el Obama español? A mi me parece más bien que Zapatero cree que Obama es el Zapatero estadounidense. Y que Obama ganó las elecciones porque los incautos y sugestionables votantes norteamericanos le creyeron el Zapatero español. Entonces, ¿quién cree Zapatero que es a los ojos de los incautos y sugestionables votantes españoles? Un nuevo mesías, que, dicho sea de paso, está edificando su "iglesia" insostenible (dime de qué presumes... ) sobre las cenizas de la clase media (todavía se puede rebuscar entre los rescoldos alguna sustancia, a juzgar por la anunciada subida de impuestos). Bueno, son solo matices. Lo importante es que Zapatero es un acontecimiento cósmico. Y la conjunción Zapatero-Obama, Pajín dixit, un acontecimiento planetario (como Obama es menos que Zapatero rebaja la categoría). Venga, parroquianos, no seais triquismiquis y adorad ya a Zapatero y su apóstol transatlántico: puño en alto, entonando con fervor la internacional...
¡Ups! Un lapsus. En mi comentario anterior debería decir:
"Y que Obama ganó las elecciones porque los incautos y sugestionables votantes norteamericanos le creyeron el Zapatero estadounidense."
Personalmente creo que debido a circunstancias sociales y personales se cumple con demasiada frecuencia aquello de:
“Te amo y te deseo tan intensamente que por no perderte seré aquel que tu desees que sea , pero no me pidas que sea yo mismo porque sino irremediablemente tendré que renunciar para siempre a tu amor ”.
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