21 July 2008

Me ponga cuarto y mitad de calidad, por favor...

Segundo post de la serie La gallina dijo Eureka. Esta vez acerca del planteamiento que se hace en el Plan de Bolonia de la calidad de la enseñanza universitaria.

El monotema del Plan de Bolonia es la calidad. Aceptemos pulpo como animal de compañía: necesitamos títulos de mejor calidad para competir con los de las universidades americanas. Bien. Y ahora planifiquemos desde arriba esa mejora de la calidad. Vale. Para ello definamos calidad de la enseñanza universitaria. Bueno. Como punto de partida... ¿cuáles son las funciones, los objetivos de una universidad? Desde el XIX son básicamente tres, a saber, docencia, investigación y acceso al mercado laboral.

El Plan de Bolonia deja muy claro que hay que aumentar la calidad tanto de los títulos como de las instituciones universitarias. Que debe ser responsabilidad de cada institución. Que debe evaluarse la calidad mediante agencias especializadas que aseguren la mejoría de la calidad. Y que estas agencias de calidad deben tener a su vez el sello de calidad que implica el estar registradas en el registro pertinente de la Unión Europea, no vale cualquier agencia.

Y cuando uno acude a los informes de un pool de las mayores y más prestigiosas agencias de calidad con sello, certificado, marchamo y póliza de supervisión de rigor se encuentra, para empezar, con que se deja de lado la medida de la calidad investigadora.

Buen comienzo. Para empezar una de las losas que pesan sobre las cabezas de los profesores universitarios es precisamente la medida de la calidad de su investigación, que en nuestro país toma la forma del horroroso palabro SEXENIO. ¿Tiene usted tres sexenios? Es usted un hacha. ¿No tiene sexenios? No vale usted para nada. Me ciño a Economía, por supuesto.
Poco importa que los profesores que no están a tiempo completo no puedan normalmente acceder a ese reconocimiento oficial (estatal). ¿Es usted un Premio Nobel pero no tiene sexenios? Nada... es usted un manta.

Pero demos por bueno que la dedicación de un profesor que se precie debe ser completa. Obviemos el carácter funcionarial que imprime en el investigador. ¿En que consiste eso del SEXENIO? Seis años con un número determinado de publicaciones "reconocidas". Es decir, publicaciones A, revistas científicas registradas en el registro pertinente, oficial (estatal) con evaluadores anónimos. Eso estaría muy bien si el mundo de las publicaciones científicas fuera claro y transparente. Pero cuando una se harta de oír "Mándame tu artículo de hace dos años, lo retocas y te lo publico". O bien "Aprovecha que está menganito de director, que seguro que te publica tu artículo"... empieza a sospechar. Por no entrar en que en aquellas áreas de investigación más áridas (la política económica o la economía del desarrollo hoy por hoy se llevan la palma, la metodología no interesa a casi nadie) hay una o ninguna publicación en España. Bien, pensará usted, pues publica fuera, tontaina. Ya, pero además del handicap de tener que manejar el inglés lo suficiente como para escribir un artículo científico (que es mucho más que ver House en versión original y hablar con la familia guiri en guiri), resulta que el tema del padrinazgo también funciona a nivel internacional. Vamos, que la gente que vale tarda tres años en publicar un artículo. Tres, desde que acabas de parir los 30 folios.

Con razón las agencias de calidad estupendísimas no se mojan. ¿Y la calidad de la enseñanza? No definen qué es. Eso que lo decidan las universidades (bajo el ojo vigilante del Estado que subvenciona), que las agencias evaluarán los resultados. Es decir, que el tema queda en manos de la politizada universidad española, a la intemperie y expuesta a las feroces luchas departamentales que tanta vergüenza me dan.

En serio, así no hay manera.

43 comments:

Joaquín said...

Hola de nuevo, Mary White. Asumo el reto de apalancar una opinión sobre el tema que propones. Realmente estoy alejado de la universidad, aunque el trato con antiguos camaradas de estudio que hoy son profesores (incluso catedráticos) de facultades y escuelas, me anima a meter baza. Me ceñiré a la calidad en la investigación.

En primer lugar, estamos empleando una palabra equívoca: la Universidad. Aunque institucionalmente estén situadas en el mismo plano, ni siquiera Bolonia confunde cosas que son distintas. No puede tratarse igual las enseñanzas sanitarias (si no me equivoco, excluídas del Plan), las de orientación tecnológicas (ingenierías, arquitectura, ciencias experimentales), las sociales (derecho y económicas, sobre todo), y finalmente las humanidades.

El problema de "publicar o perecer" es bien conocido. Un primer signo de calidad es que la institución cuente con una política clara de publicaciones (es decir, que los investigadores no deban buscarse las habichuelas fuera de su universidad). Pero el prestigio de una revista no se alcanza en un quinquenio.

Por otro lado, pienso, observando la realidad investigadora de las facultades y escuelas más dinámicas, que la calidad no debiera medirse con las publicaciones, sino igualmente con el grado de colaboración de la institución con los sectores productivos. P.ej. la escuela de ingenieros, la facultad de químicas, etc. etc. continuamente colaboran con empresas en proyectos de investigación. El resultado del esfuerzo investigador no tiene por qué medirse únicamente mediante propuestas teóricas puras (en revistas y libros) sino igualmente en su grado de aplicación práctica.

Veamos qué tienen que opinar otros amigos.

Cordiales saludos.

Al Neri said...

En el ámbito universitario ni idea, pero en lo que a mí me toca, estoy de la calidad hasta el gorro. Para mí que es un invento para mantener a las consultoras.

Tumbaíto said...

Empresarios de la enseñanza, ¿no? Como pasó cuando se dejó de ser panadero para ser empresario del pan: ¡a freír espárragos la enseñanza!
La ministra-empresaria es el camino (al acantilado, of course).

Joaquín said...

No debieras poner a escurrir a las empresas, Tumb, cuando son el paradigma de la innovación.

Caco said...

Pues yo veo la salvación en la privada. Yo en la Complutense tuve el honor de ver a mi profesor de Penal, Luis Rodriguez Ramos dos veces en persona y una fue en un vinito que se dio. Que haga eso en una privada...
De todas maneras a los que nos gobiernan no debe importarles mucho. Unos porque no tienen estudios universitarios otros por su mediocridad piensan que ya van bien como van...
Total para qué estudiar si luego nombran embajador al primer patillas al que le deban un favor o nombran jueces como los del cuarto turno ( La vice ), simples técnicos.
Nada, minucias... que andamos mal de arquitectos, ascendemos a los aparejadores y como alguien las pie asciendo también a los decoradores de interiores.
Pero, coño, ¿ no es Ministro de Economía el mismo que dejó España en el 96 al borde de la quiebra técnica ? Pues eso, nada de estudios ni mariconadas. A vivir de la política como los tres mayores cargos del Psoe....

Tumbaíto said...

Había universidades antes que empesarios y estado.

De hecho, Oxford está en Inglaterra. Inglaterra es un gran misterio para la politología.

Joaquín said...

Si identificamos la empresa como una organización compleja de elementos, dispuesto para un fin mercantil, el empresario nace con la navegación marítima, que supone compartir riesgos y lucros. Echa a correr un galgo.

Por otro lado, desde los tiempos de Isócrates, las instituciones educativas superiores siempre han estado orientadas a la práctica.

Tumbaíto said...

Las definiciones son "prácticas" si la definición envuelve conceptos menos misteriosos que lo definido (si no es pedantería).

Aunque es muy oportuna (y pedante), si a la Colbert, pretende emitir un reglamento de "fines mercantiles".

En relación con la orientación de "las instituciones educativas superiores", servidor que es más de pueblo que las amapolas, cree que las escuelas (las de abajo, en medio y arrba) están orientadas a enseñar y que quien no tiene la menor intención de aprender pues desorienta y apunta para otro lado.

Joaquín said...

Para discutir hay que hacer un esfuerzo de entendimiento. Discutir la forma y no el fondo no lleva a nada, es un debate estéril.

Seguramente la empresa es una institución más antigua que la Universidad, aunque puede discutirse. Los saberes nacen de la práctica, y sólo más tarde se crean corporaciones (escuelas o centros de estudio) dedicados a enseñar.

Claro que estamos empleando las palabras "universidad" y "empresa" en un sentido amplio y analógico, ya que no estamos rastreando cuándo en concreto se comenzaron a emplear estos términos.

¿Y cuál es su definición de empresa, señor Tumbaíto?

Tumbaíto said...

Omnia definitio periculosa est (amén).

Más o menos sé que es una panadería o una carnicería o una granja pero no tengo ni la menor idea de cómo se pasa de una panadería a una empresa del pan o de una carnicería a una empresa cárnica o de una empresa agropecuaria.

Supongo que con mucho marketing y una población subnormal.

Tumbaíto said...

(Para mí es un caso claro de cremación informativa pero...)

Joaquín said...

omnia definitio in iure periculosa est.

Que las definiciones sean peligrosas en derecho, no las hace peligrosas en los restantes casos, a ver...

La definición se viene practicando desde que hay pensamiento.

Además, si usted no es capaz de definir qué entiende por empresa, no veo la manera de que aventure que hay universidades antes que empresarios.

Bla bla bla

Tumbaíto said...

Iurisprudentia est divinarum atque humanarum rerum notitia, iusti atque iniusti scientia (amén).

Si las definiciones son peligrosas para el derecho y, sin embargo, algunos se atreven a ir definiendo tan rícamente en matemáticas que se toman todos los cuidados imaginables deben ser peligrosísimas (las definiciones son siempre peligrosas).

Pues por la sencilla razón de que conocemos mejor Madrid que su definición.

No sé cuál es la definición de supermán (¿super héroe volador con preferencia por ponerse los calconcillos por encima de las mallas?) pero sé que no es anterior al cromañón (tampoco sé la definición de cromañón (soy la leche de ignorante, ¿verdad?)).

Joaquín said...

Bla bla bla

¿Cómo se atreve a aventurar que la empresa es más antigua que la Universidad, si no sabe definirla?

Bla bla bla

Mary White said...

¿Noto cierta tensión en el ambiente?

La historia económica fecha la aparición de la empresa en la Edad Media, prácticamente a la vez que las universidades, de manera casual... Los ancestros de nuestras empresas son las commendas (una vez un alumno me contestó que la commenda era la señora de los recaos).
Joaquín... donde está el pastel en Bolonia y quienes están frenando el tema son las arquitecturas, ingenierías y medicina (en España). Bolonia no incluye o no, es voluntario, es nuestro país, el que lo implementa de manera no muy acertada en mi opinión.
Los de Derecho de la Universidad de Berlín han dicho que de eso nada.

Al Neri... ¡diana! ¿Te imaginas lo que está pasando en la enseñanza?

Caco, ese es el pan nuestro de cada día, desde luego. Eso sigue así...

Tumbaíto y Joaquín,la definición de empresa no es tan complicada:persona o grupo de personas que arriesgan sus recursos para ofrecer en el mercado un bien o servicio. Es decir, el panadero, el tipo que pone un chiringuito en la playa, y los grandes tiburones... no entiendo el conflicto.
La universidad nación con vocación de enseñar (docente) pero también investigadora,los mejores maestros que he tenido no han dejado de estudiar nunca... investigar para mi no es otra cosa que plantearse un problema y analizar su respuesta (no digo ya llegar a la solución,a veces te quedas en el camino,en realidad, no es a veces es la mayoría de las ocasiones) y además exponer tu análisis a tus pares.

No se puede olvidar eso. Y actualmente es una vergüenza la no-preparación de los profesores universitarios. Y la falta de tiempo que tanta burrrrrrocracia y tanta europeización te deja para eso.

Tumbaíto said...

Dice que la empresa es "persona o grupo de personas que arriesgan sus recursos para ofrecer en el mercado un bien o servicio".

O sea, un jornalero (persona o grupo de personas) que va a la plaza del pueblo (con riesgo de que su "capacidad de trabajo" se desperdicie(o sea, que arriegan) a ofrecer al que mejor pague (en el mercado) su trabajo (bien o servicio) es un empresario.

No sé... Me da a mí que si un jornalero es una empresa...

Es como si definimos gato como animal con cuatro piernas; efectivament, no habrá ningún gato que no sepamos que es un gato pero tendremos que llamar gatos a los elefantes.

Tumbaíto said...

Y alguna, Boloña, nació con voluntad dicente.

Mary White said...

Bien, Tumbaíto,ahí llega una de las diferencias entre austriacos y neoclásicos, así que es motivo de café con tu amigo Escubículo.
¿El trabajo es un recurso y por tanto el jornalero no es empresario? Los austriacos dirían que sí que lo es,porque ofrece un servicio en un mercado dinámico y con incertidumbre. Un neoclásico te diría que no,que él ofrece recursos que el empresario compra.
Cantillon (mediados del XVIII) definía empresario como el que arriesga al comprar medios de producción antes de saber el precio de venta y por tanto no tiene claro si ganará o perderá.
El jornalero ahí está en una zona gris. Si se tratara de un trabajador cualificado estaría más claro,¿no?
Yo me acerco mucho a los austriacos en este punto,la verdad. Pero no sé si sacar casos extremos ayuda a definir o al revés.
¿Tu cómo lo ves?

Joaquín said...

Bueno, Mary White, voy a resumir mi posición (que no es más que una opinión particular):

1. Las universidades más dinámicas y excelentes se caracterizan por una estrecha colaboración con los sectores de actividad concernidos en cada caso (esto es bien visible, por ejemplo, en el caso de la medicina: es inconcebible una facultad de medicina sin hospital universitario).

2. Una universidad autárquica (distanciada o separada de la realidad) es ineficiente. Cuando hablo de "la universidad" estoy pensando en sus profesionales (p.ej. el profesor de la facultad de medicina debe ser él mismo médico en ejercicio).

3. La orientación de la investigación debe responder a esa característica de contigüidad con la realidad. Debe existir un equilibrio entre investigación "pura" y "aplicada". La mejor evaluación de los resultados de la investigación la da el propio mercado (p.ej. el rendimiento de una nueva técnica quirúrgica, probada en hospital).

4. La organización investigadora debe contar con instrumentos eficientes de difusión de resultados (la excelencia de una universidad también puede, y debe, medirse por su política de publicaciones).

5. El objetivo principal de la universidad es la enseñanza. La aptitud investigadora del cuerpo de profesores, mide su excelencia como enseñantes. La finalidad de la enseñanza es formar a 'maestros' en una determinada disciplina: buenos médicos, buenos economistas, buenos arquitectos, etc. (como el objetivo de las enseñanzas profesionales medias es formar buenos mecánicos, buenos electricistas, etc.).

6. El antecedente histórico inmediato de la actividad mercantil se sitúa, es verdad, en las ciudades medievales. La actividad comercial sin embargo es mucho más antigua (hay comercio maritimo de los antiguos pueblos griegos y escandinavos). La actividad práctica antecede lógica y cronológicamente a la actividad especulativa (hay que acumular para crear una "clase ociosa", lo dice Aristóteles al comienzo de la Metafísica).

7. Con todo, nos hemos enredado en cuestiones preliminares y terminológicas, y no sé si estamos tocando el sentido del Plan de Bolonia (supuestamente facilitar la movilidad intraeuropea de estudiantes y profesores). Creo que la clave está en que la Universidad es una institución muy compleja y difícilmente homologable (comenzando porque cada Estado, históricamente, tiene su propia tradición educativa). Aquí vendría bien recordar la imagen del "lecho de Procusto". Se entiende que, ante las dificultades de que todos encajen en la misma talla de camisa, se prefiera dejar las cosas tal como están.

8. En los manuales de lógica elemental se dice que la definición de algo responde a la pregunta "¿qué es?". La ineptitud para definir es también ineptitud para comprender el "quid", la esencia o "el qué" de las cosas. Las definiciones ostensivas (p.ej. "Madrid es esto") no logran comunicar el conocimiento. En efecto, si nunca he estado en Madrid, ¿cómo podré saber qué es Madrid, si no me lo explican, es decir, si no me lo definen?

(Perdón por la extensión.)

Mary White said...

Joaquín:
De acuerdo en todo. El problema que planteo es ¿se podría hacer mejor de otra manera o es inevitable este hundimiento del Titanic universitario?

Tumbaíto said...

viii) No encotrará ningún manual de lógica matemática que diga que la definición de algo es lo que es. Solamente en librillos estúpidos de "lógica" subd-desarrollada.

Para que me entienda su "lógica" es a la lógica matemática lo que la demonología a la psiquiatría.

Viendo fotos de Madrid, paseando por Madrid, admirando Madrid, ...

Respecto al hundimiento del sistema universitario, ¡qué se hunda! ¡qué se hunda!

Joaquín said...

Tumbaíto, ¿cómo le explicarías a un ciego qué es Madrid?

Tumbaíto said...

Por supuesto, no podría conocer los colores de Madrid. Y dudo de que pueda hacerse una idea del Palacio Real por el tacto (aunque hay maquetas). No podría acceder a esa información visual pero de la misma manera que nosotros no tenemos un sentido "térmico" (las serpientes, sí).
Sin embargo, podrá conocer otros aspectos de Madrid (muchos de ellos relacionados con su sonoridad) que son tan propios de Madrid como sus colores y formas visuales.

Tumbaíto said...

Incluso podrá hacerse una idea más correcta del callejero madrileño que la mía (geometría analítica).

Por cierto...

¡Viva Madrid!

Joaquín said...

Con lo fácil que es decir: Madrid, capital de España, situada en el centro de la península ibérica, etc.

Tumbaíto said...

¿Y Utopía?

Nihil est in intellectu quin prius fuerit in sensu (nisi intellectus ipse).

Joaquín said...

Esa sentencia no confina nuestro conocimiento a las cosas sensitivas. ¿Existe la Santísima Trinidad? ¿Y los ángeles y demonios?

Tumbaíto said...

Esas creencias son milagrosas.

Joaquín said...

Es que eres materialista (o naturalista). Te pierdes lo más importante de la realidad.

Tumbaíto said...

Lo que usted diga (pero preferiría ser cualquiera de esas dos cosas que arriano).

Joaquín said...

El materialismo o el naturalismo en filosofía y lógica son actitudes estrechamente emparentadas con el arrianismo, no lo dude. Un materialista o un naturalista (en el sentido que se la da en la actual ontología y lógica) no pueden confesar que Jesús es Hijo de Dios, ni pueden confesar la Santísima Trinidad.

Tumbaíto said...

Eso es una estupidez que sólo puede sostener una mente que no atiende a la realidad sino a definiciones dogmáticas.

Para empezar podría postular la materia espiritual (efectivamente, como San Buenaventura). Y, en ese caso, sería un materialista ortodoxo (se dice que el Prof. Don Josep Ratzinger es bonaventuriano).

Y en vez de ser un naturalista que profesa la lógica clásica podría ser un naturalista que profesa la lógica relevante. Y, en ese caso, no tendría ningún problema para creer en un orden "sobrenatural".

Tumbaíto said...

Perdón, el Prof. Don Joseph Ratzinger.

Joaquín said...

¿Sí? Y entonces, la naturaleza divina de Jesús, ¿es material?

Tumbaíto said...

Dios es Puro Acto; o sea, desprovisto de materia.

Eso dice Aristóteles, ¿no?

San Buenaventura es más ortodoxo que usted (muchísimo más (cantidades infinitas).

Joaquín said...

¿Y se le puede rezar a ese puro acto que usted dice? ¿Nos oye?

Tumbaíto said...

Esa era la opinión del Aquinate (ya sabe... de aquel en el que tan poco habla en su parvulario).

Pero... Lea esto:

"La tentación de descalificar como contaminada de intelectualismo aristotélico la argumentación del Doctor Angélico, conexa con la de ver el “Yo soy Quien soy” del Éxodo como algo a superar como veterotestamentario, distrae la atención de la desacertada perspectiva en que se situaría quien no advirtiese que la definición metafísica de Dios como acto puro y subsistente de ser libera a nuestro pensamiento filosófico de llamar “divino” algo vacío y abstracto carente de la suprema perfección del carácter personal. Advirtamos que, en el texto de Moisés, encontramos una respuesta en que el Dios de Israel, el Dios de Abraham, Isaac y Jaco, dice “Yo soy Quien soy”. Precisamente, es en la escolástica de Santo Tomás que habría de reconocer, en esto, heredera de la patrística griega y de San Agustín- encontramos ejercido en unidad la vivencia y la fe en el “Dios de los filósofos” y el “Dios de Abraham, Isaac y Jaco”".

Y no lo digo yo sino el Prof. Don Francisco Canals Vidal (lo puede leer aquí).

(Me parece que de parvulitos no pasa.)

Joaquín said...

No se preocupe, he abierto un parvulario, sólo para párvulos. Usted puede seguir en cursos más avanzados.

POR CIERTO, ayer le veía yo a usted muy refractario a las definiciones, y hoy no cesa usted de bombear definiciones divinas. Comienzo a comprender en qué consiste la lógica paraconsistente.

Tumbaíto said...

Pero los párvulos (sean arrianos o no) no abren parvularios sino que meten arena en un cubo con palitas de colores.

Joaquín said...

No me refería a esa clase de párvulos:

Quia catholicae veritatis doctor non solum provectos debet instruere, sed ad eum pertinet etiam incipientes erudire, secundum illud Apostoli I ad Corinth. 3,1-2: tanquam parvulis in Christo, lac vobis potum dedi, non escam; propositum nostrae intentionis in hoc opere est, ea quae ad Christianam religionem pertinet, eo modo tradere, secundum quod congruit ad eruditionem incipientium (SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, Prologus).

Tumbaíto said...

Los de Cristo se ponen a llorar desconsolados ante la sola idea de que se escriba un libro a la Pagola.

Joaquín said...

Veo que censuras el libro del padre Pagola de oídas. Ésa no es una actitud muy científica, que digamos.

Ignacio said...

La empresa nace en la edad madia, baja edad media con las ferias al sur de alemania, norte de italia.....nace por la necesidad de no llevar dinero por los asaltadores: se agrupan, nacen gremios y a la vez empieza la banca: el riesgo crea la empresa; la empresa muere mas o menos a la quinta inspección de hacienda.